Monday, February 12, 2007

Último recurso

-Buenas tardes.
-Buenas noches, diría.
-Cierto. ¿En qué puedo ayudarlo?
-Creo que bien lo sabe. No son muchas las cosas que se pueden hacer aquí.
-Cierto de nuevo... pero usted entenderá, cortesía pura.
-¿Cortesía...? ¿Justamente aquí se toman la molestia de ser corteses?
-Irónico, ¿no? pero bueno... son las reglas de la Gerencia.
-Está bien, no me incumbe... vengo por lo mismo.
-Entiendo... a ver, deme su nomb... Momento; yo a usted lo recuerdo. Sé quién es... Por lo que más quiera, ¡¿Qué hace usted todavía por aquí!?
-Ya me extrañaba que no me reconociera...
-¿Y se puede saber que pretende otra vez por aquí? Ya sabe que no es mucho más lo que se puede hacer por usted.
-Sí, lo se... Quizás es por eso que, de vuelta, me encuentra parado frente a usted en este mismo escritorio.
-O quizás no, ¿no cierto?
-Veo que su sagacidad permanece intacta... Pero no, no vine a lo mismo de siempre. Mis interminables pasos por este lugar me hicieron dar cuenta que dependo de mi mismo, por lo que voy muerto. Así que vengo a acercar yo a ustedes una última oferta antes de retirarme para siempre.
-Ya veo... ¿Y por qué razón, si se puede saber, podría alguien en este lugar estar mínimamente interesado en lo que usted, que no es de lo más valioso que hay por aquí, pueda ofrecer?
-Conserva su vanidad, como veo también. Verá; llega determinado momento en el cual son pocas las cosas que quedan en uno. Llega un punto en el cual todo queda tan atrás que pareciera que pasó por encima. Sabiéndome a mi mismo como única opción para evitarlos, y conociendo la lejana posibilidad de que tenga éxito, vengo directamente y de frente yo mismo hacia ustedes. Así como me conozco a mí mismo, los conozco a ustedes. Sé qué es lo que siempre quisieron y sé qué es lo que voy a tener a dejar atrás si quiero salir de una maldita vez de aquí.

Al hombre del escritorio le brillaron los ojos.

-Siga, por favor...
-Creo que no hay nada más para decir que usted ignore. Estamos grandes, sabemos de lo que hablamos. Estoy en el piso, le pido que tenga la decencia de no seguir pateándome.
-¿Usted diciendo que estamos grandes? Ja... creo que sabe perfectamene que el que está grande aquí no es nadie más que usted. El que se dejó comer por las agujas fue usted, mi estimado. Así que comparto su sentimiento, pero recomiendo aplazar el tono amenanzante para otros momentos, porque creo que nadie está en peores condiciones que usted para intentar amenazar.
-Sepa disculparme. Mi situación en actual no es de las más adecuadas. Me es difícil pensar que no tengo otra salida más que ésta, por lo cual me es bastante duro el aceptarlo. Debo confesarle que bien me aterra la posibilidad que ignoren lo que ofrezco.
-Le pido por favor que no me tome por inocente... sabe que si algo falta por aquí, es inocencia. Sabe perfectamente que lo que usted ofrece es bienvenido y reconocido como un triunfo para nosotros.
-Lo sé y por eso me evalúo a mí mismo una y otra vez antes de hacerlo... pero como le he dicho, alternativa ninguna me ha quedado luego de mis desempeños. Tristes, por cierto.
-Y todos a cuenta pura y exclusiva suya.
-No necesito que me lo recuerde.

Ambos inhalaron y exhalaron profundo.

-Muy bien... ¿está preparado?
-Creo que siempre lo estuve.
-Bien... tome. No se queme con la punta.
-¿Le parece que esta altura eso sería un problema?
-Cierto es... mi error. Sepa disculpar.
-Alcánceme los...
-... aquí los tiene. Aquí, aquí y aquí.
-Bien.. bien..
-Para ser sinceros, nunca creí que lo vería haciendo esto. No a usted.
-Y usted diciendo que es inocencia es lo que falta por aquí... ya está.
-Perfecto. Ahí, lo que es para nosotros... y aquí, lo que es para usted. Tómese su tiempo.
-Hombre, ust...
-Nada de hombre. Cuide su vocabulario que nada de esto es mi culpa.
-Si yo estoy haciendo esto es porque ustedes ya saben qué busco, así que no pienso tomarme la molestia.
-Veo que va a ser complicado para usted... pero tenemos todo lo que queremos. Y usted, con el tiempo, también lo tendrá.
-Lástima que éste sea el precio.
-Lástima que usted no haya sabido evitarlo.
-Bien... basta de preámbulos, que ya de por sí es difícil. Será hasta otro momento.
-Hasta otro momento... su compañía ha sido hasta agradable.
-Igualmente. Adiós.
-Adiós. Siga al muchacho de rojo, por favor. Muchas gracias.

1 comment:

Pau said...

Tantas formas de imaginar este cuento...

Cómo envidio tu forma de escribir...

Te doy mi imaginación sobre este cuento: Dios firmando un pacto con el Diablo, aburrido de no poder contra él..

Te quiero