Friday, February 09, 2007

Oasis


Who kicked a hole in the sky,

Las manos cerradas en los bolsillos arrugados eran sólo una las tantas lágrimas que sentía en el alma. Sollozaba de una manera casi trágica, con la amargura de quien sabe que volvió a perder. Se caía el cielo a pedazos sobre los restos de clavel que morían pasos atrás, cerca del cuerpo de una esperanza que, quizá, nunca estuvo ahí. Todavía llovía bajo los pies y bajo sus ojos que, cerrados, traían a pensar que no querían volver a ver; que quizá ya no hubiera nada para ver.

so the heavens would cry over me?

Que todo había empezado pero que, quizá, pudiera no terminar. O que, quizá, terminó. Los hombros encogidos encendían certezas de un tristeza reprimida bajo el buzo empapado de un hombre atónito. Del regreso de un recuerdo que seguía vivo en un pasado que, quizá, acababa de morir. O quería hacerlo. Más de una vez tragó saliva junto con odios hirientes para que palabras sueltas no la golpearan; supo recibir golpes en ambas mejillas para que las de ella estuvieran siempre vírgenes de castigo. No iba a ser él quien ahora forzara más lo que, quizá, antes no era forzado.

I hope the weather is calm as you sail up your heavenly stream

La última gota que cayó en su nariz, víctima de una distracción, lo volvió a traer al mundo e hizo que comprendiera que, quizá, no había terminado. Que no quería verla llorar, pero era posible que no fuera a hacerlo. Dudó un segundo. Uno solo. Quizá, el frío que sintió en ese segundo infinito en el que estuvo parado esperando que el el pánico pasara de largo fue suficiente para reanimarlo. Empezó a correr hacia los claveles con la desesperación propia de los que no creen en el margen de error; el colectivo no había llegado y la decisión que ella juró firme no parecía, al menos de lejos y con golpeadas esperanzas nuevas, tan certeras como antes. Se detuvo en la esquina contraria, sin cruzar la calle; el temor disfrazado de asfalto marcaba el límite entre el pasado reciente y el futuro incierto. Un límite que el agua parecía llevarse consigo cada vez más rápido... la miró una vez más, miró el rostro que las palmas de sus manos empapadas escondían y adivinó que no era la lluvia quien se llevó el seco de sus dedos. Si mirar atravesó una calle increíblemente solitaria de almas, ya que era imposible probar que quienes pasaban entre ellos tuvieran una. Ella lo vio, delante, presente; la esmeralda pasó a aguamarina bajo sus pestañas y sus brazos cayeron cuando quisieron empujarlo. Las nubes de grises viejos adornaron lo que las frías baldosas hechas agua vieron de cerca. Ella luchaba por no dejar recaer su cabeza vencida en su pecho. Él, ya sin pensar, sólo la abrazó como nunca.

Come on baby blue, shake up your tired eyes

Mil frases pasaron por su cabeza y delante de sus ojos sólo estaba el perfume de él, mezclado con la hojas frescas que arrastran en sí las gotas de lluvia. No sentía ya los brazos, cansados, pero no quería dejarse en manos que no fueran las suyas. Siempre pensó que el había mirado hacia atrás con odio, que había olvidado cómo empezó todo más allá que no estuviera a simple vista porqué, quizá, terminó. No quería siquiera que hubiese vuelto hacia esos claveles que yacían por ella y por él. Sus manos volvían hacia él, otra vez sentía latir. La emoción era un abrazo en ella. Él seguía inmóvil, ahora con una seguridad digna de quien sabe lo que hizo. Sólo la abrazaba, sólo dejaba que la ahora suave y fina llovizna la celara; sólo le mostraba lo cerca que estaban.

Keep on claping; just remember I'll be by your side,

El pánico volvió esta vez a ella. Levantó la vista y entendió que, quizá, no era tan fácil. Él la miró a los labios, llenó sus manos de su rostro... secó sus ojos. Ella de vuelta lo miró, amenazando con lágrimas sus expectativas. No era claro por qué razón ella estaba terminando lo que no había quedado atrás; él se encargaba seguido de no dejar que la duda sembrara discordia entre los dos. Ella sabía que no podía dejarlo atrás como a un recuerdo difuso. Ninguno de los dos podía explicar todavía porque los pétalos del clavel estaban teñidos de adoquín. Él abrió los brazos para dejarla pensar por ella y ella volvió a pensar que algo no estaba bien. Que difícilmente las cosas llegaran a ella en forma de abrazo, que alguien desafíe la posibilidad de caer por tomarla de la mano. Que él pudiera volver sobre sus llovidas huellas sólo por que su nombre amaneció en su cabeza.

but if you don't let go it's gonna pass you by.

Él temió. Por un segundo, tan helado como el anterior, oyó a la incertidumbre susurrar en su oído. La miró como quien sabe que el Diablo aún no se fue. Amagó una palabra que nunca pasó de intención y abrió sus manos, que ya no la rodeaban con tanta seguridad. Vio como vacilaba y finalmente entendió que no podía hacer nada. Estaba inmóvil. Y frente a él se libraba una guerra cruda, fría como la tormenta que azotaba esa esquina. Ella quería soltarlo, pero palpaba el buzo que él llevaba, empapado, y se vio a si misma con la cara libre de lluvia alguna. Lo miró una vez más para presentir su llanto. Él estaba otra vez en el borde, y esta vez sí iba a quebrarse. Y ella no quería, no volvería a verlo llorar, no por ella, que no valía lo suficiente, que no tenía nada para ofrecerle... que se convencía que no podía ver el sol en sus ojos, tal como él decía. Que no se encontraba con estrellas en sus mejillas. Él sentía su alma cayendo cada vez más en silencio, en una soledad sepulcral.

Who stole a sun from the sun in a world come undone?

“No”, pensó ella. No de vuelta, no otra vez por ella. Él seguía sin respuesta, con la seguridad de quien conocía los riesgos y se les enfrentó igual. Sus rodillas temblaban y su mandíbula llevaba adelante esfuerzos imposibles para ahogar un llanto más. No otro, no delante de ella. El cabello empapado y las gotas cayendo hasta sus narices, escondiendo las lágrimas. Disimulando la realidad. Ella seguía debatiendo a velocidad luz; no podía quedar así. Pasó y repasó ideas, conceptos y sentimientos en su mente, ordenó y desordenó todas las imágenes que entraban por sus retinas; analizó con el corazón y sintió con la cabeza. Hasta que tuvo que pasar para que entendiera. Hasta que entiendo la situación y volvió a reconocerse a sí misma y a quien enfrentaba. Hasta que lo escuchó sollozar bajito, muy bajito dentro de la capucha, con los ojos cerrados y la cabeza gacha. Hasta que entendió todo lo que pasó dentro de él en esos momentos y hasta que lo vió con los ojos limpios de lluvia. Hasta que, sin pensar un segundo, lo abrazó como nunca y dejó que por fin su mirada atónita llenara de sol sus ojos.

Let there be love .

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